¿Qué pasará con los 400 millones de ordenadores que están por quedar obsoletos?

9 de octubre de 2025


7 min de lectura


Sophie Benson

Periodista

Si usas Windows, descubre qué implica para ti que Microsoft bloquee la actualización de los ordenadores con Windows 10 y cómo esta decisión puede provocar una avalancha de residuos electrónicos.

¿Está Microsoft a punto de provocar lo que la organización de defensa del consumidor  Public Interest Research Group (PIRG) llama “el mayor caso de ordenadores desechados de la historia”? Todo apunta a que sí. 

En octubre de 2025 terminará oficialmente el soporte para Windows 10. Eso significa que ya no habrá actualizaciones gratuitas de seguridad ni de funciones, ni tampoco asistencia técnica. ¿Y por qué no actualizar simplemente a Windows 11? Porque el gigante tecnológico estadounidense ha impuesto requisitos técnicos muy estrictos para poder usar su nuevo sistema operativo.

Kewin Charron, responsable de operaciones de reacondicionamiento en Back Market, explica que estas especificaciones se centran sobre todo en el hardware y la seguridad integrada: procesadores de nueva generación (el chip principal que hace funcionar el sistema operativo y las apps), el componente de seguridad TPM 2.0 (que protege la identidad del usuario y cifra los datos) y un mínimo de 4 GB de RAM.

Entre los modelos que no cumplen con estos requisitos —y que, por tanto, no pueden actualizarse— están algunos muy populares como el Microsoft Surface Pro 5, los Lenovo ThinkPad T460 y T470, y los HP EliteBook 840 G3 y G4. Si a estos les sumamos el resto de modelos afectados, hablamos de hasta 400 millones de portátiles y ordenadores en riesgo de quedarse obsoletos de la noche a la mañana.

En el terreno del activismo por el derecho a reparar, PIRG viene impulsando desde 2023 una campaña pidiendo a Microsoft que prolongue el soporte de Windows 10. Lo han hecho públicamente, movilizando apoyos online e incluso entregando en mano en la sede de Microsoft una petición con 20.000 firmas. “Microsoft no puede ignorar la cantidad de residuos que va a generar con esta decisión. Es algo sin precedentes por su magnitud”, afirma Nathan Proctor, director de la campaña por el derecho a reparar de PIRG en EE. UU.. 

"Microsoft no puede ignorar la cantidad de residuos que va a generar con esta decisión. Es algo sin precedentes por su magnitud”, - Nathan Proctor, PIRG.

“Estos dispositivos podrían tener otros cinco o diez años de vida útil, [pero si no actualizas] te arriesgas a perderlo todo con un sistema operativo sin soporte”, añade Oliver Taylor, director de operaciones de la empresa británica de reciclaje y reacondicionamiento Zero Waste Tech. “No recibirá parches contra virus ni tendrás asistencia técnica”. Como resultado, tanto particulares como empresas se están apresurando a comprar alternativas compatibles con Windows 11, dejando atrás millones de dispositivos que están a punto de convertirse en chatarra electrónica. 

¿Qué pasa con los ordenadores antiguos?

La obsolescencia forzada por el mercado no es nada nuevo. Los iPhones más antiguos (hasta el iPhone 8) no pueden actualizarse al último iOS, y Microsoft ya retiró en el pasado el soporte a Windows 7 y 8.1. La diferencia es que ahora la proporción de dispositivos que siguen dependiendo de Windows 10 es muchísimo mayor. 

Entonces, ¿qué pasa con esos cientos de millones de equipos? Existen varias vías: la reventa, el reacondicionamiento (que puede incluir mejoras de hardware y software) y el reciclaje, que puede significar distintas cosas. En Zero Waste Tech, Taylor explica que los equipos más recientes se revenden; los más antiguos, se reacondicionan; y los que no tienen reparación posible, se desmontan en piezas y se reciclan. 

Sin embargo, algunas empresas de reciclaje envían directamente los ordenadores a la trituradora para recuperar materiales, sacando de circulación dispositivos que aún podrían usarse. “Cuando los dispositivos con Windows 10 lleguen a su precio más bajo, serán tan baratos que ya no compensará reacondicionarlos”, coincide Marek Albert, responsable de marketplace en la empresa eslovaca de reacondicionamiento Furbify.

Los modelos populares que no responden a las exigencias de la puesta en marcha del día pueden considerarse como los déchets electrónicos.

Según Daniel Miguelez, Catalog Quality Manager en Back Market, los actores de la economía circular tecnológica empezarán a comprar portátiles más nuevos con Windows 11 para revenderlos. “Es en ese momento cuando los precios de los portátiles con Windows 10 caen y los ‘canales alternativos’ absorben ese stock depreciado”, explica.

Una investigación interna de Back Market sobre el inminente fin de Windows 10 ya arroja señales preocupantes. “Ni un solo distribuidor en EE. UU. con el que hablamos tenía todavía estos dispositivos disponibles”, comenta Nina Quellier, responsable global de activismo de marca en Back Market. “¿Dónde han ido a parar?”.

Y añade: “Algunas quizá se vendieron directamente a consumidores mientras aún se podía. Otras se colocaron en lotes para empresas o revendedores. Puede que muchas salieran del país. Y luego está el escenario incómodo: ordenadores en buen estado enviados al vertedero”.

Adrian Saunders, defensor de la economía circular y cofundador de la australiana Whirl Recycling, advierte de los enormes impactos negativos de este último escenario. “Si aunque solo una fracción de los dispositivos con Windows 10 acaba en vertederos o se procesa antes de tiempo, hablamos de millones de toneladas de residuos adicionales. Y no solo plásticos y metales, también tierras raras, litio y otros recursos críticos”.

Extraer y producir estos materiales finitos para fabricar nuevos dispositivos tiene un alto coste social y ambiental: emisiones masivas de carbono, contaminación del aire, el agua y el suelo, y exposición de los mineros a químicos peligrosos y tóxicos. Aunque los dispositivos se envíen a reciclaje, Quellier explica que el reciclaje de tierras raras es caro y aún no escalable, y que solo el 9% del plástico mundial se recicla. “Es un sinsentido ecológico”, resume. 

Exportar el problema

A medida que crecen los residuos electrónicos, también lo hacen sus exportaciones. Cada año se envían 5.100 millones de kilos de desechos tecnológicos entre países, amparados por vacíos legales como el del Convenio de Basilea, que permite exportar tecnología rota si está marcada como destinada a reparación o reutilización. Y, por tanto, no se considera técnicamente un residuo. 

La mayor parte acaba en países de ingresos bajos o medios-bajos como Ghana, India o Tailandia, que carecen de infraestructuras para gestionar los residuos electrónicos. Allí, recicladores y comunidades locales quedan expuestos a componentes peligrosos. Por ejemplo, en Agbogbloshie, Ghana, que procesa más de 15.000 toneladas de desechos tecnológicos al año, se detectaron concentraciones peligrosas de químicos, incluidas dioxinas cloradas en huevos de gallinas que se alimentan en la zona. 

El desperdicio occidental pone en riesgo a ciudadanos de otros países, y una oleada repentina de dispositivos innecesariamente obsoletos podría agravar el problema. Sin embargo, el experto en políticas de residuos electrónicos T. S. Krishnan subraya que, pese a todos estos retos, los llamados “recicladores informales” son esenciales para dar nueva vida a materiales que, de otro modo, acabarían en la basura. Y defiende que deberían recibir apoyo en lugar de ser apartados del sistema. 

Proctor añade que la extracción de minerales para fabricar nueva tecnología también supone un grave riesgo sanitario para las comunidades. “No podemos cerrar los ojos ante una industria peligrosa mientras toleramos otra. Hay que abordar el problema en su conjunto”.

“Es un sinsentido ecológico” - Nina Quellier, responsable global de activismo de marca en Back Market

¿Cuáles son las alternativas?

“[Tenemos que rechazar] cualquier sistema que empuje a dispositivos perfectamente funcionales a quedar obsoletos y ser descartados como residuos antes de tiempo”, insiste Quellier. Una de las posibilidades es instalar sistemas operativos alternativos como ChromeOS Flex o Linux para mantener los equipos con Windows 10 en circulación, evitando residuos y la extracción de nuevos materiales. Pero esto aún puede parecer un proceso complicado para el usuario medio. 

Para facilitarlo, Back Market lanzará “El portátil obsoleto”, una sección que permitirá comprar dispositivos con Windows 10 con un etiquetado claro, consejos y tutoriales paso a paso, para que los usuarios sepan exactamente qué están comprando. Esto da confianza a quienes quieran probar un enfoque más sostenible y también genera un ecosistema de reventa para quienes prefieran pasarse a un dispositivo compatible con Windows 11. 

Revendedores, recicladores y reacondicionadores pueden aplicar un enfoque similar, señala Adrian Saunders, de Whirl Recycling: “Lo ideal es alargar la vida de estos dispositivos. Eso implica actualizarlos cuando sea posible o darles un nuevo uso en tareas que no requieran actualizaciones constantes… y mantenerlos fuera del flujo de residuos".

Los legisladores también pueden intervenir. “Si se obliga a los fabricantes a diseñar productos para un uso más prolongado, reparables y actualizables —incluido el soporte de software—, las normativas ayudarán a ampliar la vida útil de los equipos informáticos y a favorecer una economía más circular”, dice Augustin Becquet, presidente de la asociación de la industria del reacondicionamiento EUREFAS.

"A corto plazo, sin embargo, Microsoft tiene aquí el papel más determinante. Si revierte su decisión, podría salvar a millones de dispositivos de convertirse en basura. Pero si no da marcha atrás, consumidores y comunidades circulares tendrán que buscar la manera de seguir dando valor a los equipos con Windows 10. Como concluye Nathan Proctor, de PIRG: “Las empresas quieren que renovemos constantemente nuestros dispositivos, y necesitamos salir de ese ciclo tóxico cuanto antes”."

Escrito por Sophie BensonPeriodista

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